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jueves, 31 de mayo de 2012

Pentecostés: El Paso del Espíritu de Dios

La Palabra hebrea "pesah", con la que se denomina la fiesta de la Pascua judía, significa "paso". Israel celebraba así el éxodo, la salida de Egipto, como el paso de la esclavitud a la libertad. Cincuenta días después, los judíos celebraban su fiesta de Pentecostés, cuando al recibir Moisés las Tablas de la Ley en el Sinaí, las doce tribus pasaron a ser un pueblo, el pueblo elegido por Yahveh, conformado con una ley, a través de una Alianza con Dios.

Con Jesús, la Pascua judía adquiere una nueva dimensión. La donación total del Hijo de Dios, por amor a la humanidad, durante la fiesta de la Pesah, da lugar a un nuevo paso: de la muerte a la vida plena por la resurrección. Y, de nuevo, cincuenta días después, durante la fiesta del Pentecostés judío, los que han sido testigos de esta nueva creación, los amigos de Jesús, sus díscípulos, reciben la fuerza del Espíritu de Dios para realizar un nuevo y definitivo paso: del miedo a la valentía, de la desilusión a la esperanza, de la pasividad a la acción, del silencio a la palabra provocadora y luminosa, en definitiva, de la oscuridad a la luz, hacia una vida nueva que lleva a la felicidad completa.

A pesar de que han sido testigos de la resurrección de Jesús, a través de sus apariciones, sus discípulos aún necesitan la fuerza y el impulso del Espíritu para vencer su miedo, sus últimos reparos a seguir el mismo camino que Jesús, y salir de su escondite decididos a proclamar a los cuatro vientos que Jesús ha resucitado y es el Mesías prometido por Dios en el Antiguo Testamento. El Espíritu les llena el corazón y el alma de una alegría incontenible, que les impulsa, más allá de sus propios miedos e inseguridades, a exponer sus vidas sin calcular las consecuencias. Es tanto el amor que reciben que les desborda y no pueden sino comunicar la fuente de su felicidad: el amor de Dios, hecho carne en Jesús, su Hijo, con la fuerza del Espíritu. Así nace la Iglesia.

Hoy, veinte siglos después, la misma Iglesia y los cristianos seguimos necesitando la fuerza, el empuje, el impulso del Espíritu Santo. Ese viento recio que disipe nuestras dudas, nuestros miedos y nos impulse, como a los apóstoles, de una forma que no podamos contener, a anunciar, de forma clara y contundente, que la verdadera felicidad que el hombre necesita y busca está en seguir las huellas de Jesucristo, el Hijo de Dios hecho hombre para anunciar a la humanidad el camino que le llevará a la vida en plenitud: el Amor, un amor desinteresado, que lo da todo sin pedir nada a cambio. Ese es el amor de Jesús.

Por eso, al igual que hace veinte siglos, hoy nos sumamos a la petición que ha hecho la Iglesia desde entonces para que Dios nos siga mandando su Espíritu, en cualquier momento del año, pero sobre todo en estas fechas, de crisis, de incertidumbres, de oscuridad a veces,... para que los hombres y las mujeres de hoy también sientan que es posible vivir en plenitud y ser felices.

¡¡Ven Espíritu Santo y danos tus dones!!

Esta misma petición se refleja en los dos vídeos musicales que os pongo a continuación. El primero de la página www.reflejosdeluz.net y el segundo es una composición con la letra de la canción del cantautor Juanes, "la señal", a medida que suena un directo de la misma. Ambos vídeos se han obtenido de youtube y pueden ser un bonito material para hablar en clase de los dones del Espíritu. Espero que os gusten.

¡Ven Espíritu de Dios!



La Señal (Juanes)

 

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