Viernes Santo, día de la Cruz, día de la soledad, del sufrimiento y de la muerte de Jesús. Un día que, si no fuera por lo que vendrá después, la Resurrección, sería para olvidar y borrarlo de la historia. Pero va a ser, precisamente, la Resurrección de Jesús, lo que va a dar sentido a su Pasión y su Muerte en la Cruz.
- Día de la soledad: ya desde la noche anterior, en el huerto de Getsemaní, Jesús empieza a sentir su soledad: ora solo al Padre, pues sus díscípulos se quedan dormidos. Tras ser traicionado por Judas Iscariote y ser apresado, Pedro niega conocerle tres veces. En el momento de la muerte, los discípulos desaparecen por miedo a que también les apresen y les maten, quedando sólo al pie de la cruz María, su madre, María Magdalena y el discípulo amado, que se suele identificar con Juan, el más joven de los apóstoles. Incluso, parece que Dios también deja solo a su Hijo en tan amargo trance: "Dios mío, por qué me has abandonado", dice Jesús en la cruz.
- Día del sufrimiento: Jesús empieza a sufrir tras la Última Cena, pues, en su oración al Padre en el huerto de los olivos, suda gotas de sangre. La tensión es máxima. Jesús no quiere el sufrimiento y la muerte, pero acepta la voluntad de su Padre: "...aparta de mí este caliz, pero no se haga lo que yo quiero, sino lo que quieres tú". Tras ser apresado y juzgado es condenado a la muerte, siendo inocente. Es azotado, escarnecido, torturado, insultado, debe llevar la cruz que será su patíbulo y, finalmente, es crucificado sin que nadie le defienda, completamente solo. Al sufrimiento físico se une el sufrimiento moral, pues a pesar de todo lo que ha enseñado, de todo lo que ha ayudado y sanado a los que más lo necesitaban, Él asume todo el dolor que es capaz de inflingir el ser humano en la más absoluta de las soledades. ¿Cabe mayor sufrimiento? ¿Cabe mayor prueba de amor?
- Día de la muerte: y, por fin, llega la muerte. Después de todo el sufrimiento soportado, después de asumir todo el dolor que el odio humano puede transmitir, de cargar sobre sí todo el pecado de la humanidad y de ser capaz de perdonarlo ("perdónales Señor, porque no saben lo que hacen"), llega el momento final, en que Jesús entrega su espíritu al Padre, dando por finalizada su tarea ("todo se ha consumado"). Jesús ha llevado su profundo amor a la humanidad hasta sus últimas consecuencias. Su misión de llevar a los hombres el mensaje divino del amor le lleva hasta el supremo instante de asumir por entero la naturaleza humana y morir como un hombre más, fruto de la injusticia y del pecado de los hombres. Pero, con Jesús, ¿no muere también su misión?, ¿no muere también su pretensión de ser el Mesías de Dios? Lógicamente, sus discípulos pudieron pensar que se habían equivocado de Mesías, pues no se puede esperar nada de un muerto. Las enseñanzas de Jesús no habían calado en sus mentes ni en sus corazones. ¿Había fracasado Jesús en su misión?
Por tanto, parece que el Viernes Santo es el día en que el ateo tiene razón. Dios ha muerto y es el hombre el único dueño de su vida. La vida de Jesús sólo fue un bonito pero breve sueño. No cabe esperar nada, porque tras la muerte no hay nada, pues Dios está muerto y permanece en silencio...
¿Muerto? ¿En silencio? Jesús murió, sí. El Hijo de Dios murió, pero Dios Padre no permaneció en silencio. La muerte de Jesús fue el paso necesario para que la gloria de Dios se dejara sentir con más fuerza en las mentes atribuladas y en los corazones compungidos de aquellos hombres que habían convivido con el Hijo de Dios y ahora le veían muerto. La Resurrección fue la respuesta cierta que disipó las dudas de aquellos hombres y mujeres sencillos que, poco después, se pusieron manos a la obra para continuar la misión de Jesús. Si no hubiera sido por la certeza de ver a Jesús resucitado, no se entendería el radical cambio de actitud que se produjo en los apóstoles poco tiempo después de la muerte de su maestro.
Pero eso, tendrá lugar después... El Viernes Santo es el día del miedo y del dolor también de los discípulos. Un miedo y un dolor que durará muy poco.
Por último, para finalizar esta entrada dedicada al Viernes Santo, os dejo hoy también un vídeo, con una reflexión sobre este día, realizado por el equipo "Quiero ver". Puede ser un buen recurso para utilizar en clase de Religión, para que nuestros alumnos puedan entender la razón última del compromiso cristiano con los más necesitados: vivir el mandamiento del amor siguiendo el estilo de vida de Jesús y continuando su misión. Espero que sea de utilidad.
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