Hoy es Jueves Santo, un día especial, pues en él comienza el recuerdo y la celebración de las últimas horas, los últimos trágicos y penosos momentos de la vida de Jesús, que terminarán con su muerte, como el tránsito necesario hacia el acontecimiento fundamental del hecho cristiano: la Resurrección.
Se suele decir que el Jueves Santo es el día del Amor, pues en él se hace memoria de los acontecimientos y gestos de Jesús que nos hablan de su gran amor por la humanidad:
- El lavatorio de los pies: un pequeño gesto, que era propio de los siervos hacia sus amos, es el gran gesto de la actitud de servicio, que Jesús pone de ejemplo ante sus discípulos para que ellos tomen nota y hagan de su vida un continuo estar al servicio de los demás.
- El mandamiento del Amor: Jesús da a sus discípulos un único mandamiento: "Amaos unos a otros, como yo os he amado". De nuevo su propio ejemplo sirve de pauta para que sus discípulos tengan claro que deben entregarse a los demás, no de cualquier manera, sino con un amor sin medida, con un amor que lo da todo sin pedir nada a cambio, con un amor totalmente desinteresado, que se goza en el darse más que en el recibir, en el buscar el bien del otro antes que el propio, en el compartir más que en el acaparar.
- La institución de la Eucaristía: es el momento culminante en el que Jesús da a sus discípulos los signos de la entrega total de su vida, de todo su cuerpo y toda su sangre, en el pan, que se parte y reparte para ser comido, y en el vino, compartido para ser bebido, como nueva alianza entre Dios y los hombres para redimir a la humanidad de todo el mal que es capaz de hacer. Ese momento culminante de la Última Cena, de la cena de despedida de Jesús de sus amigos más íntimos, vuelve a ser el ejemplo que sus discípulos deben repetir ("haced esto en memoria mía") para hacer presente, de modo permamente, a Cristo en sus vidas.
- El estilo de sacerdocio: desde el amor que Jesús tiene por la humanidad, Él mismo se ofrece y se entrega como víctima propiciatoria para el sacrificio de su propia vida. Así, Jesús es, a la vez, el sacerdote que dirige el sacrificio y el cordero que debe ser sacrificado. Todo un símbolo del amor que debe inundar la vida de sus discípulos, un amor que pide una entrega total porque, al mismo tiempo, da una alegría plena, pues según las palabras de Jesús: "quien pierda su vida por mi, la ganará".
Por tanto, Jesús sigue actuando de maestro con sus discípulos hasta sus últimos momentos. Unos discípulos que siguen sin entender del todo las enseñanzas de Jesús y que viven los acontecimientos con algo de desconcierto y a la expectativa de lo que está por llegar, sin tener muy claro que es lo que pueden esperar del hombre que, ante ellos, se comporta con una autoridad, una libertad y realizando unos signos que no habían visto antes. Por ello, Jesús sigue hasta el final dándoles ejemplos que ellos deberan entender y asumir en su vida, tras la muerte y, sobre todo, tras la resurrección de su maestro.
Para terminar con esta entrada sobre el Jueves Santo, os dejo un interesante vídeo, realizado por el equipo "Quiero ver", que presenta una acertada reflexión sobre el significado de los acontecimientos que celebramos el Jueves Santo. El vídeo tiene un par de años, pero viene bien como recurso para hablar en clase de religión sobre la importancia y necesidad del amor verdadero en la vida humana y cómo ese amor tiene su origen y máxima expresión en la Última Cena de Jesús con sus discípulos.
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