Hace unos días ví en el blog "Reli Casas Nuevas" la siguiente imagen que me llamó mucho la atención:
Cada una de las pequeñas fotos que componen esta imagen representan momentos que deberían ser de relaciones humanas, de encuentros alegres de personas que disfrutan mutuamente de la presencia de los demás. En cambio, cada una de las personas que aparecen está con su atención puesta en un objeto, en un móvil, con el que, quizá, estén en contacto con otra persona ausente del encuentro, mandándose mensajes entre ellos mismos o, simplemente, pasando el rato con un juego.
Al ver estas fotos me vinieron a la mente situaciones en las que yo mismo he sido testigo de escenas parecidas entre mis alumnos, entre jóvenes por la calle o, incluso, entre adultos. Y, cada vez que veo una de estas situaciones, no puedo evitar tener un sentimiento de cierta pena al pensar en toda la riqueza que deja de percibirse con el calor del encuentro humano, con la comunicación verbal y no verbal, con las experiencias compartidas,...
Y que conste que estoy a favor de los avances científicos y tecnológicos, pues nos permiten realizar cosas que, hasta hace practicamente dos días, eran impensables y hoy nos hacen la vida más fácil. Pero también estoy a favor de hacer un buen uso de estos avances para que no se conviertan en un obstáculo que nos despiste de lo que realmente es importante: la vida compartida. Si nos conectamos a máquinas para cada una de las actividades de nuestra vida, corremos el riesgo de convertirnos en seres individualistas, sin capacidad de relacionarnos con otras personas y, por tanto, perdiendo la riqueza que nos pueden aportar los demás. Supongo que a esto se refería la dura afirmación profética del gran científico alemán del siglo pasado, Albert Einstein, que aparece debajo de las fotografías.
¿Y cuál es la solución? Pocos días después, el portal "EREALCALÁ" nos ofrecía un vídeo sobre una campaña publicitaria thailandesa, que llegó a nuestras pantallas hace algún tiempo, y cuyo mensaje está en la línea de lo que aquí planteamos: utilizar el móvil, pero sin perder de vista a las personas a las que queremos y que hacen que nuestra vida sea más alegre y más feliz, porque, de lo contrario, estamos expuestos a tener una vida solitaria y triste. El mensaje podría resumirse con la expresión que hemos utilizado para dar título a este post: desconectar para conectar... con la vida.
Tanto la imagen inicial, como el vídeo, pueden utilizarse para iniciar un diálogo, en alguna clase de tutoría con nuestros alumnos, sobre las ventajas y desventajas de los avances técnicos y el buen uso que debe hacerse de ellos en nuestro propio beneficio y en el de los demás.
Al ver estas fotos me vinieron a la mente situaciones en las que yo mismo he sido testigo de escenas parecidas entre mis alumnos, entre jóvenes por la calle o, incluso, entre adultos. Y, cada vez que veo una de estas situaciones, no puedo evitar tener un sentimiento de cierta pena al pensar en toda la riqueza que deja de percibirse con el calor del encuentro humano, con la comunicación verbal y no verbal, con las experiencias compartidas,...
Y que conste que estoy a favor de los avances científicos y tecnológicos, pues nos permiten realizar cosas que, hasta hace practicamente dos días, eran impensables y hoy nos hacen la vida más fácil. Pero también estoy a favor de hacer un buen uso de estos avances para que no se conviertan en un obstáculo que nos despiste de lo que realmente es importante: la vida compartida. Si nos conectamos a máquinas para cada una de las actividades de nuestra vida, corremos el riesgo de convertirnos en seres individualistas, sin capacidad de relacionarnos con otras personas y, por tanto, perdiendo la riqueza que nos pueden aportar los demás. Supongo que a esto se refería la dura afirmación profética del gran científico alemán del siglo pasado, Albert Einstein, que aparece debajo de las fotografías.
¿Y cuál es la solución? Pocos días después, el portal "EREALCALÁ" nos ofrecía un vídeo sobre una campaña publicitaria thailandesa, que llegó a nuestras pantallas hace algún tiempo, y cuyo mensaje está en la línea de lo que aquí planteamos: utilizar el móvil, pero sin perder de vista a las personas a las que queremos y que hacen que nuestra vida sea más alegre y más feliz, porque, de lo contrario, estamos expuestos a tener una vida solitaria y triste. El mensaje podría resumirse con la expresión que hemos utilizado para dar título a este post: desconectar para conectar... con la vida.
Tanto la imagen inicial, como el vídeo, pueden utilizarse para iniciar un diálogo, en alguna clase de tutoría con nuestros alumnos, sobre las ventajas y desventajas de los avances técnicos y el buen uso que debe hacerse de ellos en nuestro propio beneficio y en el de los demás.
No hay comentarios:
Publicar un comentario