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viernes, 17 de junio de 2011

Ver a Dios en el arte: La Trinidad

La riqueza artística que ha producido el sentimiento religioso es incuestionable y, como está próxima la celebración de la Santísima Trinidad, he pensado que sería interesante traer esta joya de la pintura del artista griego, afincado en Toledo, Domenico Theotokópoulos, llamado el Greco (1541-1614).
Este óleo sobre tela mide 300 centímetros de alto y 179 cm de ancho, y fue hecho entre 1577 y 1580, siendo uno de los nueve lienzos que realizó para el monasterio de Santo Domingo de Silos (el Antiguo), en Toledo. Actualmente está en el Museo del Prado de Madrid.

La obra representa a la Santísima Trinidad, recogiendo el momento en que Dios Padre acoge a su Hijo muerto. La figura de Dios Padre aparece con un rostro lleno de ternura y con una tiara, cubrecabezas de los sumos sacerdotes del Antiguo Testamento, mientras que sobre ellos encontramos al Espíritu Santo representado en forma de paloma. Alrededor de estas tres personas de la Trinidad, aparecen ángeles en diversas posturas, algunos de ellos con expresiones dramáticas en los rostros.

Esta obra está claramente inspirada en una xilografía de Durero de 1511 que representa a la Trinidad de forma muy parecida. Asimismo, es importante la influencia de Miguel Ángel en esta obra, ya que El Greco tomó la postura del brazo de su Lorenzo de Médici (1525) para la figura de Cristo, a la que dotó de un brillante escorzo. Entre los ángeles que rodean a la Trinidad, destaca el que está de espaldas con una elegante postura que contrasta con el dramatismo del resto de la composición, y que es de influencia manierista.

En el cromatismo predominan los tonos fríos (malva, naranja, azul y verde), con aislados toques cálidos que aportan vitalidad a la escena.

El canon de belleza clásico, donde la cabeza es la séptima parte del cuerpo, es aumentado por el cretense, siendo sus figuras muy alargadas, pues el cuadro está pensado para ser visto desde abajo. Aquí lo apreciamos en el enorme cuerpo de Cristo y en el ángel, que está de espaldas introduciéndonos en la escena. El eje de simetría en el que siempre se colocan los tres miembros de la Trinidad está roto al salirse de él la cabeza de Dios Padre, de modo que la composición se organiza a través de líneas zigzagueantes que se continúan en las piernas de Jesús.

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