Aunque algo tarde, quiero seguir un año más con esta tradición de felicitar estas fiestas entrañables a todos nuestros lectores.
Tras un par de años sometidos a un drástico y necesario cambio de hábitos, por la pandemia del famoso virus COVID-19, no queremos perder la esperanza de poder recobrar, más pronto que tarde, la ansiada normalidad de poder celebrar la Navidad con la familia completa, con las amistades, con los abrazos fraternos y sin las mascarillas, que esconden nuestros rostros y nuestros gestos, a pesar de ser necesarias en estos momentos.
Confiamos que, tras estos tiempos oscuros, vendrán otros de luz y de esperanza. Y ahí, la Navidad que celebramos en estos días puede ser la piedra de toque para indicarnos los valores que deben guiar nuestras vidas en todo momento. Navidad es "nacimiento" y el niño Dios que nos ha nacido nos trae, de nuevo, a la memoria los valores y actitudes que no debemos olvidar, aunque las circunstancias no sean las más idóneas.
Jesús nació en un lugar humilde y pobre. Siendo Dios, se hizo hombre y se puso el último para poder enseñar a todo ser humano el camino de su propia felicidad: el camino del amor, la paz, la solidaridad, el perdón, el servicio,... Todos esos valores que nos hacen ser más humanos y que nos sitúan en el camino de nuestra propia bienaventuranza.
Os deseo, de corazón, que, a pesar de la negrura que nos ha traído la pandemia, el Niño que nos ha nacido nos dé su luz y colme todos vuestros buenos deseos y anhelos. Os deseo, de corazón, una muy FELIZ NAVIDAD.
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