Hoy he recibido, via wassap, este hermoso vídeo que he querido compartir con todos nuestros amigos y seguidores. Nada más recibirlo, me he puesto a buscarlo en Youtube y aquí está la versión que más me ha gustado. En ella, el violinista David Garret interpreta una versión del conocido tema "Viva la vida", del grupo británico de rock "Coldplay", en medio de una performance digital, con una serie de mensajes escritos que van saliendo a lo largo del vídeo, que son los que nos van comunicando el mensaje que, en cada momento, se quiere transmitir al tiempo que suena la entrañable melodía.
Ignoro quien es el autor de los mensajes escritos, pero, sea quien sea, creo que se les puede sacar una lectura positiva y un mensaje enriquecedor, educativamente hablando, según los fines y objetivos de este blog.
Vivimos en un mundo que nos invita a experimentar de todo, a vivir todas las experiencias posibles para encontrar aquello que anhelamos: ser felices. Se nos invita, en cada momento, a vivir el instante con la capacidad del instinto y buscar experiencias placenteras fuera de nosotros, utilizando para ello a los demás. Esa es una dinámica que, a la larga, nos nos satisface plenamente porque, al poco tiempo, vuelve la insatisfacción y la sensación de vacío interior.
Esa experiencia negativa puede ser el punto de partida para un planteamiento nuevo de la vida, para vivirla con intensidad, ¡sí! pero desde el amor. Todas las experiencias son importantes y nos sirven para descubrir lo bueno y lo malo de la vida, precisamente para desechar lo malo y adherirnos a lo bueno. Y, así, darnos cuenta que las mejores experiencias que tenemos en la vida son las que surgen del amor, de un corazón que ama y que es amado. Hemos nacido con una misión en esta vida: amar, y amar con mayúsculas, para hacer, entre todos, un mundo mejor para todos. Y, para ello, tenemos que atender también a nuestro mundo interior y, desde el silencio, descubrir lo que ama nuestro corazón, descubrir nuestra vocación, y ponerla en práctica con los demás, pues el amor siempre se proyecta hacia los otros, los que nos acompañan, los que están cerca, nuestros prójimos. Es en esa vida, que surge desde nuestro interior hacia los demás, donde encontramos el camino de la felicidad.
Para el creyente, el encuentro con Dios en su interior es el que le proyecta a vivir el amor divino hacia los hermanos y, sobre todo, a los más necesitados, y hacerlo con confianza, sin miedo, pues la presencia de Dios en el corazón humano llena de amor y dicha todos nuestros anhelos.
Así, podemos decir...
¡Vive la vida sin miedo!
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