Desde el portal "Educación religiosa", de nuestro compañero Julio Chuquipoma, profesor de religión en Perú, nos llega una pequeña narración, obtenida del blog "Estrenando día", cuyo interés está precisamente en su moraleja, en la enseñanza que intenta transmitir, que me parece acertada y, por ello, la traigo hoy al blog para compartirla con todos. Puede ser un buen recurso con el cual establecer en clase un diálogo o debate con nuestros alumnos sobre las consecuencias negativas de la envidia para la convivencia humana.
La serpiente y la luciérnaga
Cuentan que una serpiente empezó a
perseguir desesperadamente a una luciérnaga. Ésta huía rápido y con
miedo de la feroz depredadora, pero la serpiente no cejaba en su
intento.
Así dos días y dos noches pero, el tercer día, ya sin fuerzas la luciérnaga se detuvo y dijo a la serpiente:
- ¿Puedo hacerte tres preguntas?
- No acostumbro a responder a nadie, pero, como te voy a devorar, puedes preguntarme.
- ¿Pertenezco a tu cadena alimenticia?
-No.
- ¿Yo te hice algún mal?
- No.
- Entonces, ¿por qué quieres acabar conmigo?
-¡Porque no soporto verte brillar!
Ciertamente la envidia es uno de los sentimientos más frecuentes y
menos nobles: es odio al bien ajeno. De ahí el refrán: Se tiran piedras
sólo a los árboles que tienen frutos». Es la explicación de muchas
contiendas, persecuciones e injusticias...
Y yo me atrevería a añadir que, si no nos esforzamos en ver el bien y lo positivo que cada uno tiene, nos condenamos a nosotros mismos a fomentar la división, las rencillas y el odio entre nuestros semejantes, dando la espalda a la necesaria fraternidad humana, que nos situe en el camino de la bienaventuranza y de la felicidad. ¡Ójala que antes de ver al otro como un adversario, podamos fijarnos en él como un hermano!
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