A pesar de las limitaciones que el ser humano tiene, es precisamente el ser consciente de ellas lo que le puede ayudar a seguir creciendo y madurando. El crecimiento tiene lugar cuando nos reconocemos como pequeños, imperfectos, limitados, inmaduros,... porque es desde ahí, desde ese punto de partida, desde donde se inicia el camino de la madurez con la ayuda de los demás, pues son los otros los que nos ayudan a crecer, y a los que ayudamos a crecer, al confrontar nuestras capacidades y experiencias.
Por el contrario, el que no reconoce su naturaleza dependiente de los demás, se estanca en su propia debilidad, que intentará enmascarar con aires de grandeza que no serán verdaderos y terminarán por desplomarse.
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