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jueves, 1 de septiembre de 2011

Merci beaucoup! ¡Gracias! ¡Muchas gracias!

Si en un post anterior ponía que la palabra que más se iba a repetir, al comienzo de la JMJ, era la de ¡Bienvenidos!, finalizado ya dicho evento y pasados algunos días, la palabra que más se está pronunciando, en relación con lo acontecido durante la JMJ, es ¡Gracias! Incluso la misma página oficial de la JMJ nos ofrece en estos días, en su página de presentación, dicha palabra en todos los idiomas que se han hablado en la JMJ, para que los sentimientos de gratitud lleguen a todos los peregrinos que vinieron a Madrid.

En mi caso, que participé en la retaguardia, como responsable de un Centro en el que se alojaron 100 peregrinos que venían de Francia, no es una excepción. Quiero hacer patente y público mi más hondo y sincero agradecimiento a todos y cada uno de los peregrinos franceses que tuve la oportunidad de conocer.

Procedentes de la laica Francia (¡quién lo iba a decir!), llegaron dos grupos de peregrinos. Uno de la diócesis de Saint Flour, en la Región de Cantal Auvergne, y otro denominado "Chemin neuf" (Camino nueve), cuyos componentes venían, en pequeños grupos y por su cuenta, de distintos lugares de Francia.


El grupo de voluntarios que les acogimos, al principio, estábamos algo nerviosos. No conocíamos a nadie de los que iban a venir y era la primera vez que, como grupo de una comunidad cristiana, hacíamos labores de acogida y hospedaje. ¡Y además en francés! ¡Todo un reto!

El nerviosismo se iba pasando conforme iban llegando los peregrinos. Aunque no nos conocíamos de nada, sabíamos que compartimos la misma fe y eso nos ayudó a ir sorteando los miedos iniciales. Entre mis escasos conocimientos de francés y el buen español de algunos franceses nos fuimos entendiendo y acercando y llegamos a tener conversaciones enteras, medio en francés, medio en español.

Intentamos que su estancia fuera lo más cómoda y fácil posible. Además de servirles los desayunos, también les facilitamos los medios y guías para que pudieran llegar a una catequesis en Alcalá de Henares o a algún sitio de Madrid que no conocían... Todo para que pudieran disfrutar al máximo de la riqueza que iban a encontrar en cada uno de los actos programados por la JMJ en los que iban a participar. Cuando por la noche volvían para dormir y nos regalaban una sonrisa y un "très bien" ("muy bien") cuando les preguntábamos qué tal había ido el día, nos dábamos por satisfechos. Habíamos contribuido a que los jóvenes de cada grupo vivieran con alegría el tesoro de la fe.


Y de rebote ellos también nos enriquecieron, nos contagiaron su alegría, compartieron con nosotros la riqueza que llevan dentro y nos dejaron algo de la riqueza que encontraron durante la JMJ. En el grupo "Chemin neuf" había 5 jóvenes que forman el grupo de música cristiana "les balayeurs" ("los barrenderos") que nos obsequiaron el penúltimo día con un mini concierto con sus canciones, que fueron muy animadas y alegraban el espíritu. El concierto precedió a una eucaristía compartida por ambos grupos, antes de ir a la vigilia de Cuatro Vientos.

Hay que reflejar que ambos grupos nos dieron una muy buena impresión como grupos organizados, pues su comportamiento fue ordenado y excelente en todo momento (¿quién lo diría con jóvenes entre 15 y 20 años?). Además, cada día, antes de salir a los actos de la jornada dejaban todo limpio y reluciente. Y el último día estaba todo ordenado y limpio, tal y como se lo habían encontrado. En ese sentido, también nos dieron una lección de responsabilidad y respeto.

Por otro lado, el hecho de tener que organizarnos en grupos para acoger a los peregrinos y que estuvieran lo mejor posible, hizo que los voluntarios nos conocieramos más entre nosotros y que se estrechasen nuestros lazos de amistad y de fe, como miembros de una comunidad cristiana.


Por tanto, el balance final de la JMJ, en mi caso, es muy positivo: he conocido a gente nueva, a cristianos de otro país, con los que he podido compartir la fe y ampliar puntos de vista, y con los que sigo en contacto a través del correo electrónico, he podido conversar en francés, que lo tenía muy olvidado, y me siento más unido que antes a la comunidad cristiana de la que formo parte. En consecuencia, del fondo del corazón sólo sale un profundo agradecimiento y un hondo sentido de gratitud a los que han hecho posible el milagro del encuentro de las voluntades humanas desde el misterio de la fe: ¡Gracias a Dios! ¡Gracias a la Iglesia! ¡Gracias al Papa! ¡Gracias a mi comunidad cristiana! Y también y muy especialmente, ¡Gracias! a cada uno de los peregrinos que vinieron de Francia, de los grupos de la diócesis de Saint Flour y Chemin neuf y, sobre todo, a sus responsables: Pascal, Catherine, Vincent, Emilie, François,... (Saint Flour), Hervé y Christine (Chemin neuf), a los que espero que su labor pastoral se vea confirmada con el éxito para el futuro.


Fotos: hice muchas más, y ya las he enviado todas a los responsables de cada grupo. Las que he seleccionado presentan el concierto (1ª foto), la eucaristía (2ª foto) y la foto de despedida del grupo de Cantal junto con los voluntarios (3ª foto).

2 comentarios:

  1. Amigo, ¡qué interesante tu experiencia! De hecho, una de las cosas que me gustó de la JMJ es ese sentido de la "catolicidad" de nuestra fe: hombres de toda raza, lengua, pueblo y nación, unidos en esa fe en Jesús y en su Iglesia,...

    Un abrazo desde aquí, y que el comienzo del curso 2011-2012 esté lleno de bendiciones

    Marcelo

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  2. ¡Estimado Marcelo! Paz y Bien.

    Agradezco mucho tus palabras. Efectivamente, ese sentimiento de tener y compartir la misma fe, siendo de lugares distintos, es lo que hace que en estos eventos se viva, de modo más hondo y real, la alegría de estar en el mismo barco, de pertenecer a la misma Iglesia.

    Un abrazo fraterno para tí también. Igualmente te deseo un feliz curso. Por aquí, de momento, con los recortes, va a ser complicado, pero confiamos en poder sobrellevarlo.

    José Manuel

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